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¿Qué pasa? ¿Cómo llegué hasta aquí? ¡Qué oscuridad tan profunda! Estoy solo. Abandonado. Me estoy asfixiando. Desearía gritar que me saquen de este lugar. Es imposible.
Hubo alguien que me quiso mucho y ya no está a mi lado. Me siento, en parte, culpable por ello. Para otra persona, solo fui un objeto de deseo, fácil de manipular y descartar en cualquier momento. Nunca me valoró por mis virtudes. Jamás me dijo palabras de amor. Soy una víctima de su locura.
Temo por mi futuro. ¿Cuál será mi destino? Me rodea un silencio atormentador. ¡Qué mal me hace! Ya no escucho voces amigas. Quisiera volver el tiempo atrás. No puedo, estoy perdido en este presente. Pero conservo en mi memoria momentos inolvidables. Tan necesario y querido fui y tan poca cosa soy ahora. ¡Qué tristeza tan grande!
Escucho pasos. Gente que habla y se acerca. Murmullos. ¿Qué querrán hacerme? Oigo abrirse una puerta. Una persona le pregunta a otra dónde me encuentro. La misma, le responde certeramente.
Alguien me saca del lugar en donde permanecí encerrado para no ser encontrado. Una luz me enceguece. En el lugar donde estaba, perdí la noción del tiempo transcurrido.
Uno de los hombres habla, me señala, insinúa que tal vez poseo información valiosa para ellos. El otro, asiente con la cabeza.
Estoy agotado. Necesito recuperarme. Se dan cuenta de mi situación lamentable.
Ahora, después de un rato; comprendo que sus intenciones no eran malas. Me levantaron con cuidado, me alimentaron. Recuperé mi energía.
Tenían razón. Me dí cuenta que en mi memoria conservo lo necesario para atrapar al asesino de Laura. Por eso, me resguardaban tanto. Soy la prueba principal de un delito.
Me siento nuevamente valorado y útil.
"Te extraño mucho, Laura."
Pero no recuerdo mi nombre. ¿Puedes decirme quién soy?
Autora: María Rosa Ferrarotti
07/08/2014
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Luján, Pcia. de Buenos Aires, Argentina.