EL OTOÑO NO SONRÍE
DÉCIMAS
Lagrimea con las hojas
amarillas, pelirrojas.
Es el viento quien se ríe.
Hace que el aire se enfríe
y se desnuden las ramas.
Que se pongan sus pijamas
las luces del horizonte
recostadas tras el monte
y no florezcan retamas.
El otoño está muy triste
pues son más cortos sus días.
Oscuras fotografías
el panorama reviste.
Nuestro cuerpo se resiste
a salir a caminar.
Ya no perfuma el azahar
de los naranjos del huerto.
El jardín está desierto
como playa sin palmar.
Un libro y un buen café
son muy buenos compañeros.
Especiales, placenteros;
no sé decir el porqué.
Refugio siempre encontré
entre páginas y aromas.
Entre los puntos y comas
de un merecido descanso.
De decirlo, no me canso.
De mi quietud, son rizomas.
El otoño está callado.
Los trinos se oyen lejanos
al terminar los veranos.
Los pájaros se han fugado.
Sin sus voces, han dejado
de ser coros matutinos.
Sus andares peregrinos
buscando luz y calor,
se alejaron del dolor
de los fríos vespertinos.
El otoño a mí me gusta.
Tiene el alma solitaria
que, a veces, es necesaria
aunque nos parezca injusta.
Su presencia no me asusta
porque el tiempo sigue andando.
Al ir rodando y rodando
nos traerá la primavera,
sacando de su galera
sonrisas que irá sumando.
Autora: María Rosa Ferrarotti
23/05/2025
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Luján, Pcia. de Buenos Aires, Argentina.
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