NOCHES INVERNALES
DÉCIMAS
Alentado por el viento,
el invierno llega raudo.
Sus inclemencias recaudo.
Mis amapolas aviento
al horizonte sangriento
mutilado por heladas,
que van siendo trasladadas
y perfilan sobre tejas.
En sus caritas bermejas
con blancura son besadas.
En medio de la neblina
acomodan su silencio
madrugadas que presencio
al descorrer la cortina
de liviana muselina.
Erguidas y poderosas,
las dos torres ostentosas
con desafiante postura
del templo de gran altura;
son estampas asombrosas.
Cuando llueven emociones
se forman charcos crecientes.
De las noches, son clientes.
Empapan sus donaciones.
Promocionan bendiciones
sobre las almas dormidas
por los sueños insumidas.
Sobre las calles y plazas
desatan viles mordazas
las lloviznas reprimidas.
Los olmos yerguen sus ramas
despojadas del follaje.
Se cayeron del ramaje
sus hojas sobre las gramas
dibujando pentagramas
con acordes de tristezas.
Sobre peladas torpezas
imprimen su desconsuelo
hasta rodar por el suelo
perdiendo sus fortalezas.
El sol, timidez demuestra.
El frío, cala los huesos.
Se producen los deshuesos
de luceros que secuestra
la nostalgia que me muestra
oscuridad añejada.
En mi mejilla mojada
por los recuerdos salobres,
del tiempo, rasgo sus sobres.
Sin piedad. Acongojada.
La brevedad de deseos
que pululan solitarios,
son simples arrendatarios
que reciben los correos
de los últimos gorjeos
que suenan cual contrabajo.
Las sombras, son estropajo
para fregar mis angustias.
En horas de luces mustias,
hallan en Dios un atajo.
Autora: María Rosa Ferrarotti
24/06/2021
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Luján, Pcia. de Buenos Aires, Argentina.
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