... Corría el año 1976. Dos extraños en condiciones similares, es decir, solos; estaban a punto de ser sorprendidos por el destino.
Ella, trabajaba y estudiaba, tenía 21 años de edad y acababa de ser abandonada por su primer novio (en abril), después de un año de noviar seriamente. El asunto, es que él le dijo que no la quería más. Le devolvió sus cartas y desapareció del mapa. La muchacha, se lo veía venir. No derramó ninguna lágrima y hasta le cebó mate antes de que se fuera para siempre.
El que quedó confundido fue él, ante la reacción de ella. La iban a traicionar una vez, dos, no. Nunca soportó a los mujeriegos.
Fueron pasando los meses y con ellos, también la rutina. Con su grupo de amigos, se reunía todos los fines de semana para ir a bailar a los boliches de moda (Kalahari y Safari). No le gustaba mucho bailar música rápida sino escuchar la música del momento, mientras veía a sus amigos bailar y disfrutar. Su única diversión era ir a bailar y cantar folclore, acompañada de sus padres. Flora, la profesora de folclore, organizaba junto a Pepe, su esposo; una peña por mes en el Club Platense de Luján. Allí, la chica bailaba un poco, porque había pocos varones y los acaparaban las mujeres mayores. Luego, se armaba la guitarreada y cantaba folclore junto a su padre que tocaba la guitarra. También, contrataban números musicales de Buenos Aires bastante importantes. Por ejemplo: Alberto Castelar, Los Hnos Toledo, etc.
La vida de la muchacha era monótona. Trabajo y estudio. Algunos días de semana por la noche, iba a clases de folclore donde aprendía a bailar nuevas danzas. Bailaban entre mujeres. Entre las mismas, había una señora llamada Nelly. Sabía que tenía tres hijos, pero no sabía su estado civil y nunca los había visto. No los conocía. Un día de práctica de baile, encaró a Nelly y le preguntó si tenía un hijo disponible para ella. (Habían pasado varios meses desde la finalización de su primer noviazgo). Nelly, le contestó que no sabía bien si su hijo mayor seguía de novio o no. Lo veía poco porque él trabajaba todo el día, viajaba a Buenos Aires y cuando llegaba se bañaba, cenaba, y a las 19 hs. ya estaba en la cama durmiendo o leyendo un rato, encerrado en su pieza. No obstante, Nelly hizo sus averiguaciones y se enteró que su hijo no tenía más novia. Se lo confirmó a la muchacha. La misma, intrigada, deseaba conocerlo. Entonces, Nelly le dijo que pasara a buscarla cerca de las 19 hs., los días de práctica. Una amiga mutua, se ofreció a pasarlas a buscar a las dos, con su Fitito. La muchacha fue tres veces a la dirección indicada a buscar a su compañera de baile, con la intención de que su hijo le abriera la puerta. Pues, eso no sucedió nunca. Si no se estaba bañando, estaba leyendo o durmiendo; porque se levantaba muy temprano para viajar al trabajo.
La chica, no lo conocía ni por figurita.
El sábado 4 de septiembre de 1976, se hizo la Peña Mensual en el Club Platense de Luján.
Había mucha gente y la solitaria muchacha se divertía compartiendo la música y el baile con los mayores. En una de esas, su madre la vio sentada y le preguntó: - ¿Por qué no vas a bailar con tus amigas a Kalahari, en vez de estar acá metida entre viejos?
La verdad, es que no tenía muchas ganas de irse de ese lugar. Se sentía bien y segura allí. Pero, la convencieron y la llevaron hasta Kalahari, en otro Fitito. En la puerta del boliche bailable, estaban sus amigas esperándola. Insistieron para que se bajara del auto, diciéndole que estaba lleno de chicos. Con pocas ganas entró al lugar. No cabía un alfiler. La música fuertísima. Bastante oscuro todo, menos las dos pistas de baile. Se acomodó junto a sus amigas en un lugar lejano a las pistas (lo único que consiguieron para sentarse). Sus amigas fueron al toilette y se quedó sola. La sacaron a bailar dos o tres veces, pero no aceptó. El último chico que la había sacado a bailar, le dijo: - ¿A qué venís si no vas a bailar?
La muchacha le respondió que le gustaba escuchar la música, nada más. Con una cara no muy agradable, el muchacho se retiró.
Ya eran alrededor de la 1,30 o 2 de la madrugada del domingo 5, cuando delante de ella se plantó un chico cruzado de brazos, vestido con pantalones Oxford color verde loro, una camisa clara y con cabello oscuro largo. Sus zapatos tenían tacos (era la moda de la época, de Fiebre de sábado por la noche). Segunda mitad de la década del 70.
Ante la mirada fija del muchacho, su postura firme y el recuerdo de lo que le había dicho el anterior chico; lo miró de arriba a abajo, como sacándole una radiografía y salió a bailar. Mientras bailaban música movida en la pista, comenzaron a intercambiar preguntas como:- ¿Cómo te llamás? ¿Qué hacés, trabajás / estudiás? ¿Qué tipo de música te gusta? Etc. Ante esta última pregunta, la muchacha le dijo que le gustaba el folclore y que venía de estar en una peña. Él, le preguntó si conocía a Nelly B... Ella le contestó que conocía a una Nelly M...
La sorpresa fue enorme, cuando él le confirmó que esa era su madre (que la muchacha conocía por su apellido de soltera porque estaba separada de su esposo).
En ese instante, ella no podía creer lo que estaba escuchando. Empezó a reírse sin parar y le contó al muchacho el motivo de su risa y todo lo que había hecho por conocerlo.
Parecía que el destino les había jugado una broma a ambos. Jamás se habían visto, el boliche estaba lleno y justo, en medio de la oscuridad, la sacó a bailar a ella.
Lo más gracioso, fue que a la chica siempre la acompañaba alguien de confianza de sus padres de vuelta a la casa, después del baile. Esa noche, se presentó un amigo de la barra que siempre la acompañaba y ella le dijo que se fuera tranquilo, que la acompañaría este muchacho nuevo, ya que sus padres se conocían entre sí desde jóvenes. Al salir del boliche, esperaba otra sorpresa. El padre de la muchacha, también la había ido a buscar en su Valiant III, sin avisarle. Estaba estacionado frente a la puerta del boliche. Entonces ella, ni lerda ni perezosa, se lo quiso presentar. El muchacho no sabía dónde meterse. Ella, abrió la puerta del acompañante del auto de su padre y le dijo quién era el muchacho que la acompañaba. El mismo, estiró el brazo con cara de yo no fui, hacia adentro del auto y le dio la mano al padre (que era un hombre alto y corpulento, pero bueno como el pan). El padre dejó que el chico llevara a su hija a la casa en su auto (un DKW Auto Unión).
A partir de ese momento, se podría decir que cada uno encontró la horma de su zapato. Empezaron a hacer planes juntos. Todos los meses juntaban sus ahorros e iban comprando algo al contado para su futura casa. Al año de conocerse, se comprometieron. El noviazgo duró dos años y medio. Hace 45 años que están juntos coronados por una hermosa familia.
Por algo, Dios o el destino, como quieran llamarlo, los juntó. Nada es porque sí. Existen razones poderosas que desconocemos, que hacen que sucedan cosas increíbles y bellas.