TROPECÉ
DÉCIMAS
Tropecé con esta vida
una vez y torpemente.
Me di cuenta, de repente,
que no es rosa ni florida.
Que estoy sola y aturdida.
Aunque muchos me rodeen
y la espalda me palmeen,
mi razón vuela vacía
sin tener la garantía
que mi sombra no golpeen.
Al andar muchos caminos,
es muy fácil resbalarse
sin poder desatascarse
de peligros repentinos
que se tornan inquilinos
y no ven con buena cara
el amor que nos depara
un futuro milagroso,
con su río caudaloso
que pasión desenmascara.
Tropecé contra el pasado.
Me dejó varias lesiones.
Unas cuantas opresiones.
Doloroso resultado.
Todavía no he logrado
deshacer esa maleta
y mi mente no se aquieta.
Da diez pasos. Vuelve siete.
Razonable es que se inquiete
y que muestre su rabieta.
Melancólica, repaso,
los momentos inestables.
Se volvieron impalpables
como luces del ocaso.
Se colmó por fin el vaso
de los grandes desaciertos.
Culminaron los conciertos
de los grillos lastimeros.
Hoy renacen los eneros.
De ilusiones, van cubiertos.
Cual paloma mensajera
mi sentir yo comunico.
Con orgullo les platico
que no sufro de flojera.
Que corté con la tijera
viejos lazos que me ataban.
Que a mi piel la sujetaban
al martirio de estar triste.
Mi esperanza se resiste.
A morir, la condenaban.
Vuelco cántaros de olvidos
en los pozos bien profundos
de los cielos iracundos.
Al surgir malentendidos
hay que ser más precavidos.
Observando rectitudes,
soslayar vicisitudes.
Y cortar con cimitarras
de valor, gruesas amarras
del rugir de ingratitudes.
Autora: María Rosa Ferrarotti
09/11/2022
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS DEL AUTOR.
Luján, Pcia. de Buenos Aires, Argentina.
Imagen de Internet.
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