MANDARINAS MADURAS
DÉCIMAS
Mandarinas que maduran,
del ocaso se despiden.
A las tardes, las presiden.
Sus imágenes capturan.
Atrapadas entre pinos
con su música de trinos
van cayendo sin consuelo.
Se desgajan en el suelo
sobre cráteres andinos.
Se sacuden las granadas
de follajes que suspiran.
Y mil cánticos inspiran.
Las cabezas agachadas
de las tardes descarnadas
desembuchan sus rumores
embarcados en temblores
al sitiar el horizonte,
moribundo, tras el monte
de los sueños leñadores.
Anochece. Sangran bosques.
Se liberan los fantasmas.
Soledades con sus asmas
estrangulan sotobosques.
Espantados guardabosques
iluminan sus cabañas
con dolor de sus entrañas.
Ponen llaves y candados
a los miedos encerrados
en un chal de telarañas.
No respeta las hileras
el sentir dentro del alma.
Ha perdido paz y calma.
Delimita las fronteras
de larguísimas esperas
habitadas por mensajes.
A través de los lenguajes
nocturnales se deslizan
actitudes que cotizan
en los ámbitos salvajes.
Rondan musas que remojan
sus ajuares en el lago.
Con mis versos, las embriago.
Los silencios se despojan
de la bruma. La deshojan.
Los poemas son las gemas
colocadas en diademas,
cual zafiros y rubíes.
Azulados. Carmesíes.
Del poeta, nuevas yemas.
Cuando caigan mandarinas
otra vez, tras altas cumbres,
que pulposas mansedumbres
eliminen las toxinas
de nostalgias repentinas.
Que mi pecho las perciba
y mi pluma las describa
cual violetas de jardines.
Cual sonido de violines
que la noche no cohíba.
Autora: María Rosa Ferrarotti
23/01/2022
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS DEL AUTOR.
Luján, Pcia. de Buenos Aires, Argentina.
Imagen de Internet.
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