VERDES Y TRINOS
DÉCIMAS
Bermellones cardenales
con copetes como flores,
desparraman sus colores
en los verdes de ceibales
tras recovas coloniales.
Con arpegios atrapantes
van cambiando los semblantes
del paisaje que deslumbra.
De pasión, el sol relumbra
con dorados intrigantes.
Al llorar sus desventuras
los sauzales en el río
con salvaje griterío,
acometen con diabluras
sobre viejas amarguras.
Tras sus gestos acampados
sobre bordes inclinados
en la tez de los eneros,
abastecen los braseros
con sus leños despiadados.
Los arbustos, sus horquetas;
a los pájaros atraen.
Con gorjeos nos distraen
al librar sus cantaletas
las calandrias indiscretas,
imitando con sus trinos
varios cánticos vecinos.
Sus alardes sostenidos
engarzados con silbidos,
son muy largos, cristalinos.
Oscurece lentamente.
Sinigual naturaleza.
Es la flora que bosteza.
Con deseo vehemente
hipnotizan dulcemente
las fragancias de las lilas.
En el aire forman filas.
Con el cielo se camuflan.
A los ánimos insuflan
sus imágenes tranquilas.
A la sombra de los tilos
que cortejan la vereda,
un dulzor se desenreda
encendiendo los pabilos
perezosos de sus hilos
a lo largo de callejas,
mientras zumban las abejas
sobre mantas de corolas
de serenas amapolas
bajo tenues candilejas.
Un ocaso fabuloso
de creciente primavera
va cerrando la tranquera
del invierno tormentoso.
Y septiembre, vigoroso,
repoblado de glicinas
con sus blancas serpentinas
nos anuncia nuevos tiempos.
Son florales entretiempos.
El volver de golondrinas.
Autora: María Rosa Ferrarotti
13/09/2022
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS DEL AUTOR.
Luján, Pcia. de Buenos Aires, Argentina.
Imagen de Internet.
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