EL NARCISO
DÉCIMAS
Parada frente al narciso
de tu egoísmo y tu orgullo,
escucho el triste murmullo
de un mensaje muy conciso
que exportaste como aviso
a mi amor de rosas rojas.
Se marchitaron las hojas
y sus pétalos cayeron.
Con la impotencia riñeron.
Sufrieron grandes congojas.
Hoy, no me restan lavandas
para calmar mis dolencias.
Ni jazmines de indulgencias
que carguen perdón en andas.
Desde ahora, no comandas
mis sentires amorosos
con tus bríos vanidosos
cuajados de altanerías.
Voy arrojando a las vías
sus cultivos maliciosos.
Dile adiós a mis esperas.
Al frutillar de mis besos.
A los argumentos presos
de emociones barulleras.
Al flamear de las banderas
de las mieles de mis ojos.
A los más tiernos antojos,
que he cumplido sin reservas.
Mientras tú callas y observas,
yo promuevo desalojos.
En el vacío nocturno,
tu voz es fría, desnuda.
Tu mente, cerrada y muda.
Y no pienso pedir turno
al retrato taciturno
del que fuiste y ya no eres.
Es preciso que te enteres
que las épocas pasadas
permanecen extraviadas.
Ya no ejerces tus poderes.
Un narciso solitario.
Por mi amor, abandonado.
Sin pasión y sin cuidado,
por ser injusto, arbitrario.
Un corazón sin usuario
de sentimientos muy nobles
tan fuertes como los robles,
tendrás cuando no me veas.
Pues del querer que apaleas
no escucharás más redobles.
Autora: María Rosa Ferrarotti
17/12/2023
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS DEL AUTOR.
Luján, Pcia. de Buenos Aires, Argentina.
Imagen de Internet.
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