EL CANTAR ME REPRESENTA
DÉCIMAS
Oigo trinos de zorzales
en la paz de las mañanas,
como zambas tucumanas
engarzadas en parrales
y maduros naranjales.
En la voz del dulce estío
el sonido lo hago mío
desplegando mis cantares
en la cruz de los altares
de la noche y su rocío.
El cantar me representa.
Soy cantora desde niña.
Un racimo de la viña
de aquellos años cincuenta.
Me sentía "Cenicienta"
y cantaba muchas horas.
En mis alas soñadoras
que vivían de utopías,
abundaban alegrías
como en las aves canoras.
El cantar es alma y vida.
Cura mares de tristezas
concretando las limpiezas
necesarias de la herida
hace tiempo acontecida.
Es clavel que nos perfuma.
Nunca resta. Solo suma
al compás de la guitarra.
Nos acerca. Nos amarra.
De la mente, quita bruma.
Siempre en coros. En escuelas.
Entre amigos. En las peñas.
En reuniones hogareñas.
Fui dejando mis estelas.
Con la música te cuelas
en los tristes corazones
dedicándoles canciones.
Es un don que Dios me ha dado.
De mi padre, lo he heredado.
Compartíamos fogones.
Nuestro folclore es mi nido.
Y otros más, americanos.
Peruanos y mexicanos.
Me interesa el contenido
que despierta lo dormido
al cavar en sentimientos.
Cuando canto, soplan vientos
en mi pecho. Lo acorralan.
Y de pronto, me regalan
el mejor de los momentos.
Autora: María Rosa Ferrarotti
08/01/2023
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS DEL AUTOR.
Luján, Pcia. de Buenos Aires, Argentina.
Imagen de Internet.
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